El contexto social en el que vivimos nos transmite la idea de que el malestar tiene que ser
eliminado y que no podemos tener una vida plena o ser felices teniendo experiencias
desagradables. Sin embargo, desde la terapia de aceptación y compromiso se pone en duda
esta premisa y se asume que es inevitable que tengamos pensamientos o emociones que
consideramos negativas.
Según esta perspectiva el sufrimiento procede de la evitación e intento de control de estos
eventos desagradables por lo que proponen adoptar una actitud abierta, reflexiva y flexible. Una
metáfora que ejemplifica esta perspectiva es la de la lucha con el con el monstruo (Wilson y
Luciano, 2002)
Este señor vive atado a un monstruo y cuando le ve le genera mucho
malestar. ¿Qué harías tú si fueras este señor?

o Discutir con él y convencerle para que te deje en paz.
o Tirar de la cuerda para que se caiga y entonces continuar con tu
vida.
El problema es que el monstruo es muy fuerte y pesado y no lo consigues. Tampoco puedes
cortar la cuerda ni desatártela cuerda de la muñeca.
¿Es esto lo que haces tú cuando aparece ese pensamiento o emoción que

te molesta? ¿Empiezas a rumiar y a darle vueltas a ese pensamiento o
emoción negativa? ¿Comienzas a luchar con tu monstruo tirando de la
cuerda?
Es natural intentar evitar y controlar estos eventos, pero mientras estamos
inmersas en esta lucha ¿estás atenta a todo lo demás que ocurre en tu
vida? ¿o tienes el foco en aquello que te molesta?
Sin embargo, aunque el monstruo sea muy desagradable y te haga daño,
tenemos que aprender a convivir con él y seguir con tu vida, aceptando que estas emociones y
pensamientos nos acompañarán mientras enfocamos nuestra atención en lo que realmente nos
importa.
